martes, 24 de septiembre de 2013

Transparencia, Especialización, Discrecionalidad y Motivación

En relación al post “Si no te lo cuento, reviento”, ayer Anton me remitió link al reportaje que sobre administración concursal y concurso de acreedores, Javier Recio realizó y publicó el domingo en el diario Sur: “Un concurso que todos quieren ganar”. Se lo agradecí, informándole que ya lo había leído el mismo día, incluyendo el artículo del Magistrado Juez de lo Mercantil de Granada, D. Enrique Sanjuan, ¿Críticas o dudas?,  y la noticia del sábado de que “El Ayuntamiento crea un comité de expertos sobre impuestos sin contar con los consumidores en el mismo medio” (¡Uf! Tendré que escribirte de este tema en otro momento).

En cuanto a la cuestión inicial y troncal de este post, he recibido correos y llamadas, de varios compañeros y compañeras, proponiendo la creación en Málaga (España), de una plataforma que posibilite transparencia en todo el proceso de creación y gestión de las dichosas listas y posterior asignación. Agradezco la confianza de estas personas, entiendo sus propuestas pero no comparto la programación de acciones diseñada por sus estrategas.

Tal y como les trasladé por correo electrónico a todos y todas, no es el momento de rasgarse las vestiduras por el funcionamiento corporativo o enfrentarse cual Quijote a Molinos de Viento (les recordé que ya en 1999 formé parte de una candidatura a un colegio profesional, que perdió por presuntos amaños de votos y falsificaciones de la otra - consultar hemerotecas - y al final la junta electoral tomó una decisión: ¡Menuda Quijotada!). El duro camino que nos queda no es otro que convencer perennemente a los distintos agentes que los profesionales independientes también saben hacer las cosas bien y si hace falta cambiar las estructuras corporativistas, presumiblemente elitistas, desde las bases, pues habrá que intentarlo, pero amedrentar al presunto mesbón o a la conjetural pánfila de turno, porque sí, sin más, no me parece inteligente ni ético.

La propuesta defendida por D. Enrique Sanjuan, de criterios de asignación relacionados con la especialización, la catalogo interesante. En mi caso, cuando preparo la documentación, aunque las corporaciones en las que me encuentro integrado no me lo piden, me preocupo de realizar una síntesis de aquellos sectores en los que, por mi preparación universitaria y mi experiencia práctica, me considero experto o especializado. Desconozco qué información finalmente le llega al titular del Juzgado (en algún caso la corporación de turno me ha dicho que lo que había entregado no sirvió de nada, puesto que ellos incorporaban los datos a la intranet y no existía espacio para esa clasificación pretendida), pero creo que se debería trabajar en esa línea.

Coincido con Sanjuan en parte de su argumento, pero también habría que escuchar las lamentaciones de aquéllos que perciben otra cosa en la calle sectorial.  Por ejemplo, lo mismo que nadie se cree que de un día para otro Bárcenas se encuentre con un mínimo de 54 millones de euros en Suiza, explicando ante el Juez que se debe a su buen hacer en los negocios, cuesta entender que de un día para otro, representantes y exrepresentantes de corporaciones, asociaciones y otros entes, pasen de cero a seis concursos cada uno, con “suculentos” aranceles (sin contar los asignados a sus socios y colaboradores), mientras otros administradores concursales malviven con un procedimiento de persona física durante años, costándoles dinero en la mayoría de los casos.

Estimo que esa especialización a la que hace mención Su Señoría, debería complementarse con otras acciones en la línea del argumentario de la, por ahora, nonata plataforma comentada en el segundo párrafo de este post, como es codificaciónnormalizacióntransparencia y profesionalización en la confección de las listas por las distintas corporaciones. En cuanto a la discrecionalidad en la elección, la aplaudo y la defiendo, pero si, por ejemplo, el auto de designación incluyera la argumentación o razonamiento acerca del perfil seleccionado, es decir la motivación judicial, reforzaría ante la opinión pública y las partes la imagen de seriedad y garantía que el proceso concursal contiene per se. En fin. Don Enrique: Transparencia, Especialización, Discrecionalidad y Motivación; por ese orden (Fuente de la imagen: sxc.hu). Post publicado tambien en el sitio "Blog de Manuel Velasco Carretero", con el título "Por ese orden".

sábado, 21 de septiembre de 2013

Si no te lo cuento, reviento

Hace unos días estuve con unos abogados, representantes de una de las partes en un proyecto judicial en el que colaboro. Después de animarme en los estudios de Derecho (Gracias), un fragmento de la conversación “lúdica” (no del tema que nos ocupaba”) giró en torno al futuro del ejercicio de su profesión. Andaban preocupados porque los grandes bufetes, firmas nacionales e internacionales, intentaban coparlo todo, hasta la gestión de la administración de fincas en una comunidad de cinco propietarios. “Bienvenidos al club de los desheredados”, les trasladé.

La explicación a ese comentario no es complicada pero un pelín larga. Los profesionales independientes, de actividades como la auditoría o la administración concursal, que necesitan una habilitación previa, están siendo literalmente “echados” del sector por los grandes despachos y firmas de consultoría de renombre. Las técnicas son bien conocidas. A las típicas “qué guapos somos y qué tipos tenemos”,  transitando por la pasarela de los juzgados, registros y similares, así como otros sitios de “alterne” social, desde hace años se une la presión de los lobbies sectoriales para que el legislador disponga a su favor con "normativa a su imagen y semejanza", que en la práctica obligan a la pequeña empresa de consultoría o al autónomo a excluirse de optar a las siempre “partículas” de esa tremenda tarta de servicios. Todo ello ante la impávida mirada de los representantes de las corporaciones de derecho público o la propia Administración (registros, juzgados, …). Los primeros porque teóricamente deberían defender los intereses de sus colegiados, pero en muchos casos son meras marionetas de la caterva, cuando no partícipes del obscuro negocio. Los segundos porque presumiblemente asignan los trabajos importantes a los de siempre, o al menos esa es la impresión que se percibe desde la grada, ninguneando al resto de los componentes de las toleradas listas de peritos y expertos con migajas envenenadas, sea un concurso de persona física o una imposible administración judicial.

Les conté las dos profesiones “regladas” de las que más cerca estamos y de las que puedo hablar: Auditoria y Administración Concursal. En auditoría, por ejemplo, al “independiente” lo cargan con sufridos y perennes controles de calidad de difícil aplicación en pequeñas unidades y a unos precios siempre desorbitados, mientras las grandes consultoras, con su cuadrilla de extenuados colaboradores, prácticum y becarios, presuntamente “ellas se lo guisan y ellas se lo comen”. Si serán descaradas algunas firmas de “renombre”, que han empezado a remitir cartas a los “independientes” que todavía quedan en el sector, ofreciéndoles sus servicios y para que les cedan las carteras. ¡Vaya cara dura que tienen! Para más inri, luego llegan quiebras, desfalcos o presuntos fraudes, como Forum Filatélico, Afinsa, ... (ver post ¡Ponga un sello en su vida!) o los fiascos más sonados recientemente en el sector bancario, consecuencia de los desfalcos y fraudes financieros en toda regla, y no vemos a ninguna firma de consultoría condenada, ni persona física ni, incluso, persona jurídica, por mucho que Gallardón llegue con su discutida Ley Orgánica 7/2012, de 27 de diciembre (ver post "El cubrimiento del velo").

Un amigo defiende con ahínco que los auditores y los administradores concursales deberían ser como los notarios, personas físicas (no escudándose o protegiéndose en entornos jurídicos) y con un tope máximo de trabajo asignado en función de los aranceles aprobados. Te escribo la pregunta que textualmente se realiza una y otra vez: ¿Qué coño hacen sociedades, ya sean limitadas o, incluso, de profesionales, en esas actividades “independientes”? La respuesta es fácilmente deducible. Y que no le cuenten a mi contacto historias de responsabilidad, organización, curriculo, estructura, … o que en Europa tal y tal. Que para eso están los profesionales con sus respectivas habilitaciones y formación continuada, para hacer su trabajo (y si desatienden sus funciones, se aplican las coberturas de los caros seguros de responsabilidad y a expulsarlos del sistema). Encima, tengo que aguantar comentarios como los que me hizo Julio este verano: "Manolo, me han dicho que los administradores concursales sois unos piratas de mucho cuidado".

Por otro lado, da la impresión que determinados colegios profesionales, al menos de los sectores de la consultoría (titulados mercantiles, economistas, concursales, administradores, …), sólo quieren a sus colegiados para que religiosamente atiendan sus cuotas, paguen los cursos de formación, asistan, pagando también (se paga por todo), a los congresos y para, eso sí, muy amablemente, recogerles su voto por los candidatos de la élite de siempre, cuando hay elecciones, o los sectores en la oposición acopiarles la firma para apoyar un contencioso contra el presunto pánfilo y mesbón representante de turno. ¡Y todos tan panchos! Al igual que pasa en la política, donde al final el ciudadano se merece a los representantes elegidos en plebiscito, en estas profesiones, ya sea por acción u omisión del miembro de base, el colectivo se merece a quienes están en las juntas directivas. Y como dice un felizmente ex-concursado: "Punto pelota".

¿Y qué futuro les espera a los abogados y abogadasindependientes”? Llegados a este momento, les cuestioné: ¿Y vosotros me animáis a que termine la carrera? Indirectas aparte, como no espabilen, los lobbies presionarán para que se legisle a favor de las grandes firmas, de forma similar a lo que está pasando en la auditoría y en la concursal, con lo que no les quedará otro camino que darse de baja o terminar trabajando a lo freelance para esas organizaciones. Realmente, al igual que en la política, estamos en un mundo de “pánfilos” y “mesbones”, del cual yo tengo mi parte de responsabilidad, ya sea con mi voto, con mi abstención o con mi pasotismo o auto exclusión. Termino con el comentario que Ignacio ha realizado en Facebook al post “Cuestión de oportunidad” (Gracias, Ignacio):

“Enhorabuena Manuel por el ahorro y buen acabado de tus obras. Cada vez más gente hace bricolaje, por la crisis económica y por autorrealización. Lo negativo de esto es la mentalidad de mucho profesional (o no tanto) del arreglo y la reforma. Su idea, muy arraigada en nuestro país, es la del "pelotazo" / "sablazo", también conocida como "toma el dinero y corre". Algunos lo hacen a lo grande en instituciones financieras, obras públicas, etc.; otros a pequeña escala, pero la filosofía es la misma.”

Lo dicho, tenemos lo que nos merecemos. Espero equivocarme, pero a veces me da la impresión de que en el fondo todos somos pánfilos y mesbones. Como dice Ignacio, la filosofía es la misma. La imagen que te dejo es de una caricatura que me hicieron hace unos meses en Torremolinos (Málaga, España).